Si buscas la definición de navidad en cualquier diccionario, te dirá que es el día en el que nació Jesucristo, o que es una de las festividades más importantes del cristianismo. Sin embargo, yo creo que la navidad se ha convertido en algo mucho más importante que todo eso, se ha convertido en magia.
Ya lo dice el villancico, “navidad, navidad, dulce navidad”. La época del año que se vive con más ilusión. ¿O acaso alguien puede decir que no ve las cosas de forma más bonita en estas fechas? Quizás, ahora que está terminando, algunos estén ya hartos de tanto comer, de tanto beber, de tanto gastar, pero estoy segura de que casi todo el mundo la ha disfrutado, y mucho. Y es que, lo primero que se nos viene a la cabeza cuando nombramos la navidad es la familia, los amigos, los seres queridos. La gente que está fuera “vuelve a casa por navidad”, esa es la mejor parte.
Es lo más bonito, sí, pero ¿porqué?, ¿por qué nos gusta pasar tiempo con nuestros amigos?, ¿qué son los sentimientos?, ¿qué nos hace querer tanto a nuestra familia?, ¿qué nos hace querer estar con nuestra pareja? Y aquí es donde entra la parte científica de estas fiestas.
Hay tres sustancias principales que nos hacen sentir felicidad, bienestar o alegría al pasar tiempo con nuestros seres queridos, y son la oxitocina, la serotonina y la dopamina.
Vamos a hablar en primer lugar de la oxitocina, más conocida como “la hormona del amor”.
La oxitocina es un péptido de nueve aminoácidos que funciona como hormona y como neurotransmisor. Lo de “la hormona del amor” no es del todo correcto, pues es su otra función la que más tiene que ver con ese sentimiento. Se ve que “el neurotransmisor del amor” quedaba peor.
Es una molécula generada de forma natural en el sistema nervioso central, más concretamente en el hipotálamo, en la base del cerebro. Desde allí es transportada a la hipófisis, una glándula que se encuentra justo debajo, dónde se almacena y desde donde se secreta cuando se necesita.
Funcionalmente lo primero que se sabe de ella es que es una hormona endocrina, que viaja por el torrente sanguíneo y actúa en tejidos alejados de su lugar de síntesis. Entre sus acciones periféricas están la producción de las contracciones de parto y la secreción de la leche materna. Así que ya sabéis, sin oxitocina no estaríamos aquí.
Por otro lado, como neurotransmisor, migra desde el hipotálamo a la región de la amígdala (sistema límbico que controla las emociones). De esta manera, la oxitocina produce otros efectos: está implicada en la confianza, la generosidad, la empatía o la compasión, y ¿cuándo es la gente más generosa y compasiva? En navidad, por supuesto.
Después del parto, es la encargada de crear los lazos de apego entre una madre y el recién nacido. Cumple un papel crítico en el comportamiento maternal.
Incluso, está relacionada con el comportamiento sexual, con la monogamia y la fidelidad, además en las mujeres se elevan los niveles de oxitocina cuando nos enamoramos. Cuando estéis con vuestras parejas, pensad que es la oxitocina la que os hace estar sólo con esa persona, o la falta de oxitocina la que os hace estar con otras.
En resumen, la oxitocina es fundamental para la formación de vínculos y para las relaciones sociales.
Le toca el turno a la serotonina. Se trata de una monoamina neurotransmisora sintetizada en unas neuronas del sistema nervioso central y en un tipo especial de células del tracto gastrointestinal. En el SNC, la serotonina representa un papel importante como neurotransmisor, cumpliendo funciones como la inhibición de la ira, la agresión, el humor, el sueño, el vómito, la sexualidad, y el apetito. Esta hormona está relacionada con el sentimiento de bienestar y felicidad, además de con la excitación sexual. Después de los orgasmos, se libera gran cantidad de serotonina al cerebro, por ello se la conoce como la “hormona del placer”, además de como la “hormona del humor”. Los altos niveles de serotonina se asocian a la serenidad y el optimismo. También se produce una mejora en la concentración, la autoestima y el estrés.
Y por último vamos a hablar
de la dopamina. Esta sustancia es, como en el caso de la oxitocina, a la vez un neurotransmisor que actúa en el sistema nervioso central, y una neurohormona liberada por el hipotálamo. Se biosintetiza principalmente en el tejido nervioso de la médula de las glándulas suprarrenales.
Esta sí que está relacionada con la navidad. Veréis, el sistema dopaminérgico de recompensa está involucrado en la alegría 
anticipada, la motivación y la atención relacionada con el placer. La dopamina es la causante de la emoción antes de abrir los regalos. Es un juez de las expectativas que tenemos sobre las cosas. Un chasco induce un nivel bajo de dopamina. Una sorpresa agradable, un aumento. Cuando una persona realiza una acción que satisface una necesidad o sacia un deseo, esta hormona produce una sensación de placer.
Ahora que ya sabemos por qué la mayoría de la gente está tan contenta en estas fechas, sólo me queda quejarme de que nosotros, los estudiantes, tengamos los exámenes justo al terminar la navidad. ¡Así no se puede disfrutar de la oxitocina, de la serotonina y menos aún de la dopamina!
María Perán Fernández
Bioquiciencia 